INVENTARIO DE LO PROHIBIDO


Inventario de lo prohibido:

Prohibido observarte y no sucumbir al oleaje de tu mirada.

Prohibido sentirte lejos cuando me tropiezo a cada paso que doy con tu cercanía.

Prohibido permanecer callada si las palabras luchan por romper a puñetazos el silencio, llamar a tu puerta y dormir enredadas en tu pelo.

Prohibido no echarte de menos, cuando te alejas de mi cuerpo, dejándome huérfana de sientimientos.

Prohibido no ver tu reflejo en los espejos y contarle confidencias en secreto.

Prohibido no vestirme con la piel que cuidadosamente tejieron tus caricias.

Prohibido naufragar en océanos de indecisión y no aferrarme a la tabla de tu sabiduría.

Prohibido dejar la puerta abierta a las dudas que merodean solitarias por las calles de las frías noches de Febrero.

Prohibido esconderme cuando me buscas y no buscarte cuando te quiera encontrar.

Prohibido besarte y no pensar que sólo existimos tú, yo y ese beso

Prohibido no amarte.

FAVOLE


Silueta escurridiza que se me resbala por los recovecos de la mirada.
Su mirada felina, capaz de vestir de verano los segundos que se clavan como puñaladas de hielo en una despedida. 

Se entierran una tras otra las horas cuando yace en mi cama. Acaricio sin pedir permiso sus rizos esquivos y caprichosos. Se deslizan por la almohada perfilando senderos desbordados de curiosidad y fascinación infinitas.

Sus labios, la caja llena de cartas de amor olvidadas, canciones de Febrero, despedidas amargas y abrazos vacíos que tanto espacio ocuparon.

Me ahogo en la saliva que a cuentagotas va dejándose la vida en tu cuello. Entro a tus pulmones con cada exhalación, te respiro, distraigo los últimos minutos de noche que mueren asfixiados por besos furtivos de éxtasis y luna llena.

Me pierdo en el camino que sigilosamente recorren tus gestos y en el primer callejón me cruzo con tus yemas, calientes como las últimas brasas de una hoguera, que se apresuran a adivinarme en cada caricia. 

Me colma de necesidad. Me mutila su ausencia.



Lo que más me gusta de tu cuerpo es el sexo
Lo que más me gusta de tu sexo es la boca
Lo que más me gusta de tu boca es la lengua
Lo que más me gusta de tu lengua, es la palabra

 (Julio Cortázar)

¿DÓNDE ESTÁS?


¿Dónde estás? Me paso los ocasos buceando en océanos de silencio y siempre salgo desalentada a la superficie porque de ti, allí no hay nada.

Zigzagueo por los tejados, pisando tejas sin equilibrio. Camino prudente, como un gato sigiloso que huye de su fechoría. 

Ya es de noche, mi momento preferido para buscarte; Acaricio con mi curiosidad los rostros de cada alma solitaria que me cruzo por la acera. Ojos vacíos, corazones ebrios de melancolía, pasos mecánicos que siempre conducen al mismo callejón sin salida. Manos siempre abiertas, esperando aferrarse al cuello de algún alma gemela.

Amparo en cada trago a las lágrimas de vino que no saben contenerse y resbalan cabizbajas por una cornisa acristalada.

Te pongo voz en ráfagas de viento que dejan su ira amontonada en copas de árboles desnudos y azoteas abandonadas.

Amanece y muero con mi búsqueda. Otro día más desayuno sin ti.
¿Dónde estás?

TALESTRIS

Sometiendo a las indómitas aguas del Mar Caspio, las olas escriben con senderos de espuma el camino que me lleva hasta Hicarnia.
 Mirando atrás, puedo adivinar aún el tímido reflejo de Temiscira que me mira con orgullo al ver partir a su Reina en busca de aquello que anhela.

Al fondo, un horizonte. La inalcanzable cornisa de tus ojos. El mapa donde tantas otras se perdieron navegando. La historia que vestirá estanterías repletas de libros.

Alejandro….dime que eres tú. Susúrrame al oído que son más míos que nunca los brazos que me envuelven. Vísteme con tu aliento, inventa para mí un vestido adornado con tu valentía.

Sosiega con tu regia espada todo cuanto en mí está subyugado por los temores. Hazme víctima y hazme verdugo. Guardiana de tus noches, prisionera de tu futuro.

PUÑALADAS

No me des razones para quererme, tengo demasiadas, pero hoy se ahogan en un lago de agua transparente. Están en una caja, debajo de la cama, donde se guardan las pesadillas y alguna que otra vergüenza inconfesable.

Indefensa como  la hoja que cuenta el fin de sus días en un otoño súbito e inapelable. Etérea como un puñado de sueños que se resbalan de la mano para ir a morir a la orilla de la playa.

Y soy cruel. Como la tortura de encerrar bajo llave a un beso prohibido. Como soñar en blanco y negro. Como estar obligado a vivir cuando el corazón sólo bombea silencio. 

Me miro en el espejo, llevo mis manos hacia ese cuello, temblorosas e inseguras. Lo rodean, lo aprietan, sienten cada mililitro de sangre corriendo como una hormiga despavorida, que huye ansiosa a refugiarse en su montoncito de arena.

 Te estrangularía allí mismo si tuviera el valor que hace falta para dejar de pensar con las manos.

HOY...

Quiero escribir y vestir de colores a este puñado de folios en blanco. Ahogarme en la sangre que llora esta pluma sonámbula, resbalarme por su cornisa, aferrarme a su filo metálico, frío, hiriente. Ir a parar a un mar enfurecido que abandona a su rabia en una costa llena de palabras náufragas.

Quiero correr sola por la ciudad a las cuatro de la madrugada, dar patadas a una lata, mojarme con la luz de una farola que me mira asombrada. Colgarme de tu brazo y robarle al tiempo las agujas.

Quiero quedarme muda gritando, olvidar mi voz en cada semáforo

BELLEZA

"La belleza es aún más difícil de explicar que la felicidad"  
(Simone De Beauvoir) 

Belleza es cuando consigo atisbar el horizonte detrás de esos ojos, hacerlos reversibles, arroparme con ellos. 

Belleza es la sonrisa más espontánea del mundo, siempre en boca de un niño. La mano que te busca cuando no encuentras. El viento que se cuela por la ventanilla del coche, hondea tu pelo en sus coordenadas y te mece en los brazos del paisaje.

Belleza es un helado de nata y chocolate que sabe a premio, apoyar la cabeza sobre un corazón que late. Una maleta cargada de ilusiones que deja este mundo, taconeando por el asfalto. Los centímetros que separan tu nariz de una rosa roja y los kilómetros que conseguiste recorrer con la cabeza en las nubes. 

Belleza es la copa de vino que sale de paseo cada noche en busca de su brindis, la soledad cuando se busca y el amor cuando se encuentra.

COLORES

¿Cuál es tu color preferido?

Vaya, no soy capaz de responder a esta pregunta. Al menos con una sola palabra. Necesitaría tantos matices como colores existen para dar una respuesta con un mínimo de seguridad.

Que tontería, ¿no? Puede ser. Sin embargo me inquietó por unos minutos el hecho de no tener un color favorito sobre todos los demás. Aquel con el que de alguna manera te identificas, el que define, o al que te gustaría parecerte sin más.

Haciendo memoria, y rescatando del maletero unos cuantos fotogramas de mi vida, he recaído en el hecho de que no siempre ha sido así. Más de una vez respondí sin apenas dificultad a tan vanal pregunta. Recuerdo que antes de que la adolescencia llamase a mi puerta, tenía fijación por el morado. Supongo que un color predictor de la fase en la que estaba a punto de entrar. Caprichoso, como los  quince años. Llamativo, como mis cambios de carácter. Original, tal y como se veía aquella chiquilla en aquello cuanto imaginaba antes de dormir.

Llegó el turno del azul. Una paleta llena de acuarelas en tonos cielo que tenían como lienzo una cartulina blanca en la que no dejé ni un hueco en blanco. Dibujé sonrisas, nuevas sensaciones, viejas decepciones, dibujé mi presente con ahínco y coloreé con frenesí.

Negro, llamó antes de entrar. Llevaba tiempo esperándole. Ya estaba preparada. Me envolví con sus manos y junto a ellas caminé con la satisfacción de quien sabe que ha tomado el camino correcto. Discreto, seguro, sobrio y siempre acertado.

Rojo. Me gusta la pasión que desprende. Fuerte, pasional, irracionalmente visceral. Un silbido eufórico que zarandea al silencio y le castiga de espaldas a la pared. Un motor que ruge y se mete la carretera en el bolsillo y se ríe en la cara de los semáforos.

Y blanco….el futuro. Un folio ansioso que mira de reojo esperando que le salpiquen unas gotas de tinta. La llave del arco iris. Amigo del verde y amante del naranja.

Me siento incómoda ante la pregunta que planteaba….porque responder con todo este puñado de palabras no me parece acertado. No tengo color preferido, aún seguiré esperándole….

PENTAGRAMA

Todo listo. Violonchelos solemnes que miran por encima del hombro a tímidos violines que miman sus cuerdas con caricias de aire. Flautas esbeltas y femeninas, que ponen a prueba sus pulmones y se funden en un apasionado beso con los labios que al oído les susurran

El piano, brillante como la sonrisa de un enamorado y un triángulo que rompe el silencio como el portazo de un adolescente.

Un escenario. Las luces se quedan en ropa interior para envolverlo en tonos tenues y vaporosos que caminan con sigilo entre las butacas del público.

Hoy soy un pentagrama. Sobre mi cuerpo derramadas, un puñado de notas me envuelve y me arropa en esta noche en la que me acompañan el maullido de un gato desorientado y los murmullos de aquellos otros cuatro gatos que deambulan por las aceras demorando su llegada a casa.

Do..blego el ritmo de mis pasos si veo que se me antoja caprichoso el final del camino. Cuando la aguja de mi brújula se estanca en la coordenada de la indecisión y el miedo.
Re…spiro bocanadas de paciencia en esos domingos por la tarde en los que es fácil discutir con uno mismo y ganarle el pulso al sentido común.

Mi…ro a los ojos a la noches crudas que amenazan con esperarme cada madrugada de brazos cruzados en mi alfeizar.

Fa…brico paseos por las calles de la fantasía, contigo y conmigo solos. Nadie más.
Sol…edad es mi amante fiel, la que acude cuando a nadie necesito y le cuento secretos que no me atreví a confesar a ningún amigo.

Lá...grimas rebeldes que se escapan de casa el fin de semana y no pegan ojo porque echan de menos su almohada.

Si…gilosamente bajo el telón. 

Me disipo en la voz tibia y profunda de un despistado saxofón que hace las veces de amante y me arropa con sus notas, me besa con su canción

GUERRERA


He luchado contra noches interminables de siluetas escurridizas que hacían de mis manos sus toboganes para reencarnarse en alba. Ocaso tras ocaso han esperado un ápice de soledad para colarse por una rendija y amordazarme en la cama. Una a una, las he ido guardado en un frasco de recuerdos con el tapón abierto. No les tengo miedo.

Guardo en mi mesilla de noche una manta de cicatrices con la que arroparme cuando desprecio los recuerdos. Heridas sabias, firmadas por una afilada hoja de acero templado. Me cobijo en ella y viajo sin maleta, pero llena de equipaje. Lugares, palabras grandes, pequeñas y medianas, soledad bajo receta médica y varias partidas de póquer abandonadas.

El traqueteo del tren sobre los andenes mece mi consciencia y la subyuga a un mundo irreal, etéreo donde me encuentro con ella....No es como había imaginado. 
Tiene las manos suaves, tanto que rozan la fragilidad. Sus ojos son cristalinos y desprenden un brillo que me obliga a permanecer allí, ante ellos, como si algo fuera a aparecer de repente para estremecer mis sentidos.  Su pelo, fino y sedoso, recuerda a los hilos de una marioneta. Frágiles, e imperceptibles una vez que llevas diez minutos observando, y a la vez columnas vertebrales de ese muñeco de trapo que baila claquet en la calle para sacar tres monedas y alguna sonrisa.

Y en su cuello, cuelga una llave vestida de curiosidad. Con delicadeza, la retira y me mira invitándome a acercarme. Estiro mis manos hacia ella y siento el frío del cobre metálico y de la novedad, paralizando todos mis pensamientos.

Ahora es mía, es la llave de mi mundo subterráneo. Soy privilegiada, no todo el mundo puede acceder a él. Allí está todo, estoy yo. Descansan mis batallas perdidas y ganadas, mis fantasmas, mis vergüenzas y traiciones, lo que no se atrevió a subir al primer piso y cuanto está escrito en mis páginas.

Me siento bloqueada, mis manos, aún estremecidas, aprietan con fuerza esa llave, con desgarro, casi hasta hacerse daño. Debes irte, me dice ella, tu viaje de vuelta, será diferente, ya no necesitas tu manta. Y se evapora. Alza sus manos hacia el cielo y tras una estela de coloreadas mariposas, se mimetiza en un abrazo con sus alas.

Encantada...

VIOLENTO

Nunca las yemas de tus dedos se deslizaron por las cornisas de mi piel, ni de lejos. Aún así, fuiste violento. 

Arriesgadamente violento al olvidar arropar con ilusiones mis frías madrugadas en otoño. 

Extremadamente violento por no leerme los ojos, en ese par de ocasiones en que mis labios enmudecieron por puro cansancio. 


Descaradamente violento si no has sabido saborear sobremesas de vino salvaje y atardeceres acompañados por velas que se consumían con la prisa de un relámpago kamikace. 

Exquisitamente violento si no le pusiste olor a mi pelo, ni candado a mi recuerdo. Si no te diste cuenta del sabor que tiene un puñado de mis besos, si los guardaste en tu maldito armario, como el niño mimado que no tiene hueco para más zapatos.


Egoístamente violento si vagas por la estación, mirando de reojo cada tren que pasa a tu lado. Con ojos llenos y corazón vacío, ansioso por colgarte de cualquier mano.


Voluntariamente violento si te ahorcaste con una soga de indecisión y folios en blanco.


Violentamente cobarde....

BOFETADAS

No me grites, noche. Estoy cansada. Llego a estas horas y me he pasado la mañana vagando sola con un saco de bofetadas a cuestas.

Salí pronto, a las ocho, dejando tras de mí el eco de un portazo y una habitación llena de dudas escondidas en el armario. 

Los primeros rayos de sol curiosean entre mis pestañas y me impiden mirar a los ojos a cualquiera que encontró tres segundos para fijarse en los míos.

Camino rápido por las aceras, me quema el asfalto. Dos segundos en cada baldosa me resultan eternos. Pero intento no pensar en eso, hoy no, no hay tiempo. Dejé caer mi reloj por el hueco donde arrojo los malos inventos.


Empieza a llover y yo sin paraguas. Joder, bastante mojada tengo hoy el alma. La cobijo bajo toldos, portales y paradas de autobús forradas con vidas paralelas que desconocen cuanto te estoy contado.

 Es inútil, la tormenta no hace amago de marcharse, nos vamos a  mojar, ya te secaré cuando lleguemos a casa.

Más rápido que la lluvia y más vacío que la nada, se apresura a mojarme un chaparrón de preguntas que se clavan como dagas. "¿Por qué?", ¿Qué pasa?", "¿Estás bien?" y si fallo la respuesta, una bofetada.

No recuerdo a dónde iba, el saco pesa mucho y estoy mojada. Ojalá pudiera cerrar los ojos y aparecer en el armario, entre los jerseys de enero, atrincherada. 

Esquivo cualquier mirada caprichosa que me lee y me relee y me torna transparente, meto la llave en la cerradura y el ensordecedor ruído  de mis pies devorando la escalera se abraza al silencio que me espera en la entrada. 

Hacen el amor ante la inquina mirada de un manojo de lágrimas desarropadas y se acurrucan aquì, junto a mí, la noche y esta cabecita mojada.

OJOS

Y hoy son ese par de ojos los que me visten por los pies y me amordazan con la almohada.

Tic tac, tic tac. El segundero galopa a contracorriente y cuchichea secretos de madrugada a una esfera de cristal que se hace añicos a medida que llega el alba. Mírame,yo y esos ojos. Esos ojos y las ocho caras de un poliedro destartalado.

Ahora me levanto y camino sobre senderos imaginarios que se hilan en mi cuarto. Monto en bicicleta y zigzagueo por rincones llenos de margaritas hechas de pétalos algodonados. Oigo risas, tal vez pájaros, el cuchicheo de la sangre paseando por mis manos.

A la vuelta de un tronco mimado por ásperas caricias de hojarasca me topo con ellos. Ojos conciliadores, cómplices, me tienden la mano y mecen mis heridas en agua oxigenada.

Ahora aquí, en esta cama. Esperando al relámpago que estremezca a las farolas, suplicando un portazo que asuste a las pesadillas, anelando un susurro que me encoja el alma.

BALAS

Y… ¿qué pasa cuando una bala atraviesa tu pecho sin billete de retorno? 

Te desplomas en ese sillón de terciopelo violeta y suave, que contrarresta con tu arisco llanto. Te miras al espejo y ves a esa niña despeinada, con la mirada cabizbaja y la mano temblorosa aún sujetando el maldito revolver que te ha llevado a esa trágica película.

Hay juegos peligrosos. Horas y minutos kamikazes que con una palmada en la espalda te invitan a lanzarte al vacío.

Tarde de viento a favor en la que decides caminar en dirección contraria. Chocarte a tu paso con farolas, ojos indiferentes y corazones heridos. Te derrumbas en la primera acera que te salude y naufragas con ella hasta alcanzar moribunda alguna orilla de arena sumisa.

Aguarda a la próxima primavera, ahora sólo eres un libro releído, una margarita deshojada. Sólo una flor herida

CUENTA ATRÁS

Las dos de la madrugada. Una ventana abierta, unas cortinas que se cuelgan del cuello de un viento al que le gusta trasnochar y esa canción de Nirvana golpeando las paredes de la habitación.

Unas sábanas más libres que el grito que antes de volver a su boca, se traviste de eco desgarrado. Ese perfume que tantos días me ha acompañado a la puerta y con el que suficientes noches me he acostado. Una copa de vino que me arranca la lengua y me coge la mano.

Un revolver que yace en la mesilla, me mira de reojo, me desea, me apunta, me dispara…

Rápido, mírame a los ojos, emborráchate con ellos. Bébete mi mirada y escupe al suelo tu vergüenza. Ahora somos tres. Tú, yo y las agujas de ese maldito reloj que amenazan con dar una vuelta de 360 grados.

Ignóralas. Olvídate de cuanto te contaron, pierde la memoria, aprende en mis labios y dibuja en mi cintura.

Abrázame fuerte, tan fuerte que me hagas daño. Yo haré lo mismo.
Llévame contigo a la ventana, enséñame a olvidarme de la canción que desde hace dos horas lucha por no ahogarse en la saliva de un silencio necio y desagradecido. Llévame a la cama. Soñemos.

Cuéntame secretos que sepan a sangre y arrópame con mentiras indefensas que huelan a piruleta.

Refúgiate en mis brazos y confiésales las lágrimas que nunca salieron de los bolsillos de tu pantalón de sastre. Les haré un hueco entre las caricias anónimas y los sentimientos cifrados.

Queda poco, apenas 3 horas, mírame fuerte, duerme y si te vas por la ventana, no me despiertes.

Fue tan real…

EVA

Una puerta que nunca se abre y otra que en seguida se cierra de un portazo. Abrazos huecos que despiden los minutos, arrojándolos por el fregadero. Y al otro lado, esperan sentados abrazos sembrados de cálido trigo.

No hay palabras, tan solo miradas, litros de deseo desbocado que emprenden un camino vertiginoso hasta embestir unas rocas que se desvisten de lujuria.

Veneno que escuece, quema, hiere, anestesia, mortifica y a la vez, acaricia, ama, arropa, seduce, regala….

Labios entrelazados que murmuran secretos envueltos en saliva… Besos que forcejean con cada milímetro de una piel que agoniza en su intento por abandonar esos dos cuerpos simétricos.

Horas suicidas que antes de morir, acusan.

Olores arriesgados que acompañan en el trayecto de vuelta a casa. Y allí nada, una cama sedienta, una luna cómplice y un cajón con abrazos envenenados….

PUZZLE

Qué fácilmente sales de mi boca, sonrisa temeraria. No te da miedo adentrarte en la noche, surcar océanos 
profundos como tu existencia y frenar en seco ante cualquier muro de hormigón que te plante cara.

Quédate esta tarde en casa, tírate en el sofá, entre las revistas llenas de horóscopos descabellados y las almohadas que mullen tus sueños. No salgas fuera, no a este mundo de locos en el que no encajas.

 Eres mucho más que una pieza. Tal vez el paisaje en el que tanto cuesta enderezar las nubes, o el azul perfecto que viste ese par de ojos cristalinos; El puente levadizo sin el que ningún caballero podría haber asediado a su princesa y el girasol que más madruga para ser el primero en charlar con su querido sol.

ONCE MINUTOS


Princesita, ¿Por qué lloras?; No soporto ver esas lágrimas deambulando como vagabundas por tus mejillas rosadas. Me ahogo en sus senderos y me lanzo con ellas desde el precipicio de tu barbilla.

Dame once minutos. O diez y la mano. Ese es el trato.

Te sacaré de este mundo por la puerta de atrás. Nadie nos ve, hazme caso, coge mi mano con fuerza y ponte este vestido hilado de curiosidad y esperanza. Quítate los zapatos, no los necesitaremos, vamos a chapotear en demasiados charcos y a pisar unas cuantas nubes negras.

¿Qué te hizo llorar? ¿Fue una canción?; Tal vez una despedida, un cielo encapotado, una margarita deshojada o cualquier traspiés en una acera caprichosa.

¿Fue un beso?; O quizás un tren perdido, un horizonte titubeando en su trapecio o un corazón que olvidó las llaves dentro.


Dame once minutos e inventaremos una nieve que resista al malhumor de agosto y que vista a muñecos que sólo tú y yo veremos.

Dame diez minutos y te mostraré como la luna se emborracha de cielo hasta terminar juntos en la cama.

Dame nueve minutos y releeremos el final de tu cuento preferido.

Dame ocho minutos para secuestrar dos caballos de un tiovivo y perseguir caminos que se crucen, se separen y que mueran antes de llegar a un destino.

Dame siete minutos, cierra los ojos, y con acuarela roja te pintaré una sonrisa infranqueable.

Dame seis minutos para abrir ventanas donde solo hubo niebla y sembrar flores en tu alfeizar.

Dame cinco minutos y cantaremos tu canción en cualquier tejado para que solo puedan oírte los gatos y un par de canalones desalentados.

Dame cuatro minutos y si estás feliz, multiplicaré por tres sus doscientos cuarenta segundos.

Dame tres minutos y te enseñaré el secreto para contar el infinito.

Dame dos minutos y buscamos un escondite que cuando más te busquen, se vuelva transparente.

Dame un minuto y yo te doy una caja. Mete tus lágrimas, ya no te hacen falta. Ni siquiera recuerdas por qué llorabas….

ADIVINA, ADIVINANZA



Adivina, adivinanza…..

Es cuando te miran a los ojos y un soplo de ilusiones merodea por el jardín de tu alma. Cuando el día puede travestirse de noche y la noche de cualquier cosa. Cuando rozar su mano es izar la vela maestra de un barco e imponer el rumbo en un océano caótico y tintado de bravío oleaje.

Es cuando dar una patada a una lata oxidada a las diez de la noche en una calle vacía, se disfraza de aullido de lobo y pisa cauteloso cada tejado de la ciudad. Cuando escuchas cinco veces seguidas esa canción y dejarías de respirar por verla brotar de cualquier canalón acorralado por la lluvia. Cuando las horas se suicidan a medianoche y los minutos colgaron el cartel de “no hay entradas”.

Es cuando pronunciar un adiós duele más que la traición de una fría y desorientada puñalada. Cuando apagas el despertador de un manotazo para permanecer mañanas y mañanas en el mundo de los sueños. Cuando no ves lo que escuchas, ni oyes lo que miras.

Es cuando los atardeceres son dardos y los abrazos diccionarios. Cuando cada centímetro de piel es una avenida y cada tímido pestañeo, un pasajero habitual en el vagón hacia sus ojos.

¿Qué es…?

MÁSCARA


Hoy me miro al espejo, me lavo la cara y me enjuago las entrañas. No veo rastros de esa niña que daba vueltas y se enredaba entre las sábanas hace quince minutos.

En su lugar, dos ojos impenetrables, herméticos, se miran, se intimidan, pero no bajan la mirada.

Comienza el juego.

Busco entre los abrigos de enero y los guantes de febrero una máscara a través de la que mirar el mundo. Ahí está, esperándome, ansiosa, sedienta de mí.


Me viste, me envuelve, me acaricia y me oprime como el bozal a su perro.

Forcejeamos hasta que mis pies dejan de sentir el suelo. Toda la sangre en mis muñecas, y mi rabia inundando su boca.

Me hace el amor con besos audaces y caricias que queman, hieren y alivian cada herida abierta que se cruzan por el camino.


Me saca de paseo y mientras rompo el silencio caminando segura por los destartalados adoquines, siento su presión en el cuello, como una marioneta ante el roce de sus hilos o un caballo bajo el tirón de su correa.

Hoy no voy sola, no miro al suelo, no rehúyo tu mirada y no me distraen los cuchicheos.

Quiero hacerme notar, pisar por donde no puedan dejar de contemplarme y arrastrar las miradas por el suelo hasta hacerlas sangrar.

CAMBIO


Ayer, cambié los muebles de mi habitación de sitio. Donde antes estaba una cosa, ahora está la otra y viceversa. Todo un puzzle en apenas 10 metros cuadrados.

Algo parecido pasa con la inquilina que se aloja en el ático, encima de mis hombros. Esa cabecita, a veces alocada, otras sensata, por momentos distraída, pero siempre caminando por delante de la monotonía.


Cuesta darse cuenta de que hay algo que no encaja, quizás el color desafortunado de las cortinas, o esa mesa con la que siempre te tropiezas. Duele aceptar que lo que decoraste con precisión y mimo, lejos de hacerte sentir como en casa, te resulta, cuanto mínimo, ajeno.

Una mesa que no puede presumir de verte 20 minutos al día, una cama que en lugar de arropar tus sueños, los esconde bajo el colchón, una ducha que se lleva por el desagüe lágrimas rebeldes que siempre escapan cuando les da la gana y un espejo que te espera cada mañana, mendigando una sonrisa tímida, no obstante, eterna.

A veces, es tan fácil como percatarse de qué es aquello que desafina en la orquesta. Qué cuerda del violín es la que llora de forma insolente y se pasea desnuda y descalza en una noche tan desapacible.

Otras, basta con dedicarles un puñado de minutos a cada uno de tus "muebles". Colocar la sonrisa junto a la ventana, pasearla por cualquier callejón al que le sobran los segundos y le faltan los amigos para tomarse un café.

Sacudir la imaginación en el alfeizar, cerca de las estrellas y lejos del asfalto. Mover la indiferencia al rincón del fondo, donde están los zapatos sin tapas y ese vestizo que te hizo sentir princesa y del que no puedes desprenderte aunque ya no leas cuentos de hadas.

Cambiando y cambiando encontré un hueco para colocar un piano de cola. Él y yo, colgando de un universo sutil donde no necesito más para ser feliz. Tomo asiento, le miro a los ojos, con la tranquilidad de quien no necesita articular palabras para entenderse. Acaricio sus teclas y me dejo llevar por esa melodía arropada de lluvia que golpea la ventana y hace pacífico lo precipitado.

Me gusta la canción, ensayaré 10 minutos cada noche.....