EVA

Una puerta que nunca se abre y otra que en seguida se cierra de un portazo. Abrazos huecos que despiden los minutos, arrojándolos por el fregadero. Y al otro lado, esperan sentados abrazos sembrados de cálido trigo.

No hay palabras, tan solo miradas, litros de deseo desbocado que emprenden un camino vertiginoso hasta embestir unas rocas que se desvisten de lujuria.

Veneno que escuece, quema, hiere, anestesia, mortifica y a la vez, acaricia, ama, arropa, seduce, regala….

Labios entrelazados que murmuran secretos envueltos en saliva… Besos que forcejean con cada milímetro de una piel que agoniza en su intento por abandonar esos dos cuerpos simétricos.

Horas suicidas que antes de morir, acusan.

Olores arriesgados que acompañan en el trayecto de vuelta a casa. Y allí nada, una cama sedienta, una luna cómplice y un cajón con abrazos envenenados….

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