FAVOLE


Silueta escurridiza que se me resbala por los recovecos de la mirada.
Su mirada felina, capaz de vestir de verano los segundos que se clavan como puñaladas de hielo en una despedida. 

Se entierran una tras otra las horas cuando yace en mi cama. Acaricio sin pedir permiso sus rizos esquivos y caprichosos. Se deslizan por la almohada perfilando senderos desbordados de curiosidad y fascinación infinitas.

Sus labios, la caja llena de cartas de amor olvidadas, canciones de Febrero, despedidas amargas y abrazos vacíos que tanto espacio ocuparon.

Me ahogo en la saliva que a cuentagotas va dejándose la vida en tu cuello. Entro a tus pulmones con cada exhalación, te respiro, distraigo los últimos minutos de noche que mueren asfixiados por besos furtivos de éxtasis y luna llena.

Me pierdo en el camino que sigilosamente recorren tus gestos y en el primer callejón me cruzo con tus yemas, calientes como las últimas brasas de una hoguera, que se apresuran a adivinarme en cada caricia. 

Me colma de necesidad. Me mutila su ausencia.



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