EGOÍSMO




Hoy estaba leyendo un libro donde la Filosofía le pone la zancadilla a la Psicología continuamente, como si de chiquillos de escuela se trataran. De entre varias páginas sin mayor trascendencia, me llamó la atención una frase popularizada por el Dalai Lama.
“Sé inteligentemente egoísta”

Según la Tradición Mahayana (una corriente budista, no de la abeja Maya..), todo el mundo debe alcanzar la iluminación, y una vez que la consigue, debe volver atrás para ayudar a otros a lograrla.

Mi relación de noviazgo con la Psicología me ha hecho sentir interés por ciertos términos. Uno de ellos es el de “egoísmo”, esa palabra que suena siempre mal, que se encuentra en la retaguardia para usarla como arma de fuego. Pobre palabra, ¿no?; ¿no se sentirá utilizada?; ¿acaso alguien se ha molestado en conocerla?; A mi me provoca curiosidad, como mínimo, si no, no estaría escribiendo esto.

El egoísmo, tiene dos caras, dos puntos de vista, dos opciones, como casi todo en esta vida. Es un continuo. En un extremo estarían sus aliados la vanidad, el egocentrismo y el narcisismo y a unos poco metros, en el extremo opuesto, estaría el interés propio. En teoría, si el egoísmo nace de dichas cualidades ególatras, pasa a ser una fuerza destructiva. Eso en teoría, luego el símbolo negativo o positivo de los resultados obtenidos a veces lo ponen la suerte o demás factores q entran en juego en la vida de una persona.

Si nace del interés por uno mismo (que no es sinónimo de egocentrismo), puede ser una herramienta con forma de arma constructiva.

Hoy, recuerdo una conversación que tuvo lugar hace aproximadamente 6 años, con un buen amigo. La conversación no destacaba precisamente por su carácter trascendental, ni mucho menos, pero sí lo hizo una frase. Mi amigo dijo algo como que “…en esta vida tienes que ser egoísta”. Recuerdo que esas palabras me desilusionaron. Le di una intención despectiva a esa palabra, casi ofensiva. Miré a los ojos de mi amigo, incrédula, asombrada, pensando…acaso tú lo eres? e intentando justificar que me hacía sentir amistad hacia una persona que estaba haciendo propaganda a favor del egoísmo….Todo quedó ahí, hasta próximo aviso, como la conversación sin huella que durante mucho tiempo pensé que había sido.
Hoy, 6 años después, esa casi niña ha tirado suficientes veces la moneda al aire para saber que hay un 50 por ciento de probabilidades de que te salga cruz. Para reafirmar que no todo es blanco o negro en esta vida y para darle su número de teléfono al egoísmo (con la faceta constructiva, recuerda).

En todo este tiempo, he ido organizando, conscientemente algunas veces y otras con gestos despistados, mi mapa conceptual. Ese plano lleno de caminos, ciudades, autopistas y atajos que todos llevamos en la guantera cerebral.
Como dice el Sr Lama, hay que ser inteligentemente egoísta o egoístamente inteligente. En esta vida sólo hay algo que puedes poseer desde que naces hasta que mueres, y ese eres tú.

Eres la llave y cerradura de tus pasos, del pasado, del presente y obligadamente del futuro. El torno donde se forjan dudas, emociones, sueños….virtudes y defectos.

Es una labor escurridiza la de sentarte contigo mismo, no necesitar a nadie a tu alrededor, solo dos sillas, un café, TÚ y TÚ. Miras a tu invitado a la cara y sientes que le quieres.

Te sientes orgulloso de él porque ha estado contigo en lo bueno y en lo malo, te levantó cuando te caíste, susurró a tu oído cuando tenías miedo, derrochó mil palabras cuando las necesitaste y dos mil cuando tapaste tus oídos. Se miró por ti en el espejo, devolviéndote la sonrisa, aún en los peores despertares; Secó tus lágrimas y las dejó volar cuando lo necesitaron. Robó tus acuarelas para trazar senderos en cada pared que ojeaste...
¿Es egoísta querer a alguien así?

La vida, como tantas otras cosas hay que exprimirla para cambiar ciertos conceptos por otros, para añadir algunos nuevos y desechar por fin los que no aportan nada. Nada es gratuito.

Para terminar, recuerdo a Sabina, me ha venido el título de uno de sus discos a la mente….“
Yo, mi, me, contigo”

Pues si YO me siento bien, pienso en MÍ, mis sueños ME lo agradecerán y me sentiré agusto CONTIGO y CONMIGO

Se revuelve como el agua en su arrollo
Se escurre como el viento en otoño
Fría como una despedida
Impetuosa como el mayor de los suspiros
Traza sus gestos en cada mañana
Y esconde sollozos bajo sus alas
Alas que se rasgan, que nacen, que se apagan
Alas que se estremecen si les susurran esa palabra
Respira el aire a bocanadas
Se funde como una vela cada madrugada
Juega al escondite con su vida
husmea en cada esquina
indaga bajo las piedras
y no encuentra nada

INERTE




Todo momento tiene su música, su banda sonora particular....durante algunos días la mía ha sido una canción de Los Piratas; se llama "Inerte". Cito textualmente una parte:


Mirando al techo fijamente, podría sustraerme,y separarme de este mundo en un impulso
Como en un cuento , separando, la gravedad del centro

recorriendo sin movernos el universo
Colgado al suelo simplemente, manteniendo un rumbo inerte

y el suelo se convierte en poesía
Me resulta curiosa la versatilidad del ser humano, o quizás mejor describirlo como volubilidad, que se refiere a aquello inconstante, con tendencia a cambiar...Somos marionetas, títeres, y a la vez somos ventrílocuos, directores de orquesta...contradictorio, tal vez. Podemos dirigir nuestra vida y podemos ser esclavos de ella.

Como dice la canción, a veces te hallas mirando al techo, un techo que se muestra caprichoso, inalcanzable, eterno, y la habitación se da la vuelta, sientes que en realidad estás al borde de tu cama, con las puntas de los pies jugueteando en un precipicio. INERTE, contemplas la distancia que te separa del suelo, pero no retrocedes, tampoco avanzas.

Es como asomarte a una ventana y darte cuenta de que el mundo se ha parado, algo seguramente imposible, pero si absurdo y surrealista. Pero lejos de cerrarla y volver a lo de siempre, sigues allí, asomado, esperando que pase algo. No gran cosa, la más fugaz ráfaga de viento bastaría, un cristal que se rompe, una risa espontánea, el portazo de un coche...

Hay días en los que parece que la ocurrencia de algo tan simple es un deseo demasiado exigente quizás. Sin embargo, sigues asomado a la ventana, INERTE, imantado a ella.
Finalmente, retrocedes y te desplomas en la cama, te desvaneces en el vacío. La inercia pesa.
Los sentidos se anestesian, como la vieja bici que rueda cuesta abajo, por el más abrupto de los terrenos y obediente sigue cumpliendo con su destino.
Te sientes incapaz de plantarle cara a la ley de la gravedad, de abrir la ventana y gritarle al aire, de abrir los ojos y ver lo que te rodea.
Y te puedes pasar horas y horas, sentado en la estación esperando ver pasar un tren, y sentir como vibran los andenes, como ensordecen tus oídos y como tu corazón se dispara al divisarlo a lo lejos...
Yo me prometo ir a buscar mi tren cada vez que quiera viajar, no ser un ser INERTE, una hierba que crece con el poco sol que le brinda su mala ubicación. Una telaraña escondida en el más sórdido de los rincones o un canto de río que no fue arrastrado ni por la corriente más impetuosa.
Me prometo como dice la canción, no colgar del suelo, sino pisarlo, pisarlo con fuerza, saltarlo, romperlo, vivirlo, pero nunca permanecer INERTE en él.