DISPARA


Esto no tiene sentido.
Es jugar a la ruleta rusa en una noche de invierno, donde aparte de algún coche despistado, nada mas se deja intuir a través de esa ventana.
Te toca, es tu turno. Coge la pistola. No vaciles. Apriétala con fuerza, con seguridad. Con arrogancia.
Desliza tu dedo índice por el gatillo. Siéntelo. Acarícialo. Aprieta.
Sientes como te escupe. El frío acero atraviesa tu sien y huye sin mirar atrás hacia el cristal.
Lo rompe. Rompe el silencio de la noche y rompe tus hilos, pequeña marioneta.
No es hora de llorar, es tarde.
Tu nuca impacta contra el suelo con una incomprensible sensación de relax y dolor al mismo tiempo. Golpe y caricia. Horizonte y ceguera. Parejas furtivas que hacen el amor frenéticamente durante unos minutos.
En tus ojos ya no hay habitaciones libres para los colores. Solo una en blanco y negro, con las paredes humedad y el techo descolgado.
Reina de corazones, esconde esa baza. Esta más perdida que nunca.
Tu corazón se durmió bajo el tapete. Los jugadores ya se fueron. ¿A que esperas?; Estas sola. Tu y tu póquer de ases.
La sangre curiosea por los recovecos de tu anatomía. Camina sigilosamente de puntillas y teje al compás de la madrugada tu último atuendo.
Te ves insultantemente preciosa. El rojo de tu vestido forcejea con el de tus labios, aun entreabiertos, esperando tararear por última vez tu estribillo preferido.
Tu mano, fría. Tu alma, demasiado caliente.
Despierta princesa, todo ha sido un sueño.
Asómate a la ventana
¿Qué ves?

SIEMPRE NOS QUEDARA PARIS






Siempre hay lugar para la sorpresa en esta vida
imprevisible en la que doblar la
esquina puede significar darte de bruces con ella.
Como diria la teoría del Ying y el Yang, puedes tropezarte con el silencio mas ensordecedor dentro del ruido más absoluto y con la luz más penetrante entre la oscuridad más cegadora.
Un día, caminas por la calle de la rutina y del mundo banal. Como tantos otros, no prestas atención a las baldosas que pisas. Una fuerza interior encarrila tus pies como si de marionetas de circo se trataran. Recorres metros de asfalto y rostros sin nombre sin percatarte de norte, sur, este u oeste. Solo caminas, piensas, sueñas, cantas, ríes y tejes telarañas en tu mundo interior.
Ni el frío que quema en la cara, ni el bullicio que duele en el silencio consiguen rescatarte de tu letargo.
Es entonces cuando tus llaves caen violentamente al suelo y por un segundo vuelves a la realidad. Solo por inercia, caes con ellas, desciendes, y algo para el tiempo por unos segundos de arena. Dos ojos te miran, te atraviesan, te enternecen y te intimidan.
Él acaricia tu mano y por unos segundos se rompe tu burbuja, te hallas bailando un vals con un desconocido sobre una arena cálida y serena.
Le abrazas fuerte y le sientes como se siente una manta en invierno o una mano en la soledad más inmunda.
Te besa. Le besas. Tu corazón enmudece durante un minuto disfrazado de inmortalidad.
Un segundo a su lado, sesenta al lado de cualquiera, una mirada suya, un eclipse que se deja ver cada 4 años y una canción compartida, la banda sonora de la mejor película que se proyectó nunca.
Recoges tus llaves, echas el cierre a tu burbuja y el show debe continuar. El director de orquesta capitanea a tus pies a golpe de batuta y lo que fue melodía vuelve a ser alboroto.
¿Fue un sueño? Pellizco suavemente mi brazo. Me duele. Parece que estoy despierta.
En fin….we’ll always have Paris

DE CORAZONES...


¿Dónde se esconden las melodías románticas? ¿Dónde los ramos de rosas rojas? ¿Y las veladas consumidas a la luz de una vela? A veces hay que hacer acopio de valor y guardar todo eso y más en una caja de cartón. Esconderla entre los jerséis de otoño y las bufandas de febrero.
Como duele el amor cuando ya no es amor. Cuando las caricias no abrazan, queman. Cuando las miradas no se seducen, se reprochan. Cuando hacer el amor es sentirse mas solo que nunca…
¿Dónde se pueden buscar las tardes de domingo mirando por la misma ventana? ¿Dónde los abrazos que le quitaban al tiempo los segundos?
Dicen que querer es poder; ¿y en el amor?...a veces se puede y no se quiere, otras no se quiere, pero se puede y desafortunadamente en ocasiones ni se quiere ni se puede.
Hoy tengo el corazón herido porque a alguien se le desgarró el suyo y es que el amor, como tantas otras cosas es cosa de dos.
Hoy renunciaría a parte del mío para volver a escuchar los latidos de esos dos corazones bailando a ritmo de tango. Coordinados, erguidos y respirando la misma música…
En fin, en el amor como en la guerra, vale mas una retirada a tiempo….