TE REGALO LA NOCHE


Pasa, está abierto. Para ti siempre. Me crees, ¿verdad?; No importa ahora, ni siquiera pretendo que te lo cuestiones.
Toma asiento. Te guardé el sitio desde el que es fácil adivinar los rascacielos más altos, las estrellas más inquietas y las farolas que no tienen hora de llegada. No gran cosa al estar tú presente. Tus ojos siempre tuvieron mejores vistas que todo lo que puedes ver a través de esa ventana.


Bien, permíteme apagar la luz y encender las velas. Demostrarte que la oscuridad puede desnudar todo cuanto te rodea, vestirlo de fragilidad e incluso hacerlo desaparecer.
¿Estás cómoda? Seguro que te apetece escuchar algo de música….”Si tu n’étais pas là, comment pourrais-je vivre?”


No puede haber en esta fría noche de Febrero, canción que abrigue con más fuerza. Escúchala, piérdete en sus notas, salta en cada uno de sus violines, cierra los ojos y despierta donde quieras.
Cuando lo hagas, yo estaré aquí para recordarte que no fue un sueño. Todo cuando estás sintiendo es real.


Brindemos. El brillo caprichoso del champán rompe por un momento la calidez del momento. Cae como una daga afilada sobre el paciente cristal que anhela su llegada.


Brinda conmigo. Contigo. Mírame. Estás preciosa cuando callas y son tus ojos los que derrochan palabras. Cuando me haces sentir vértigo al subirme a tu mirada. Cuando me doy cuenta de que la canción dejó de sonar hace cuarenta y siete minutos porque te adueñaste de cada segundo.


Me voy, necesitas estar sola. Eso sí, acábate la botella de champán y la noche.

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