CONDENADOS



Castigados contra la pared, así sobreviven mis interrogantes sobre ti. Sueño y me despiertas. Despierto a tu lado y me doy la vuelta.


Siempre te gustó más el verano, yo fui más de primaveras. Cuántas consumidas entre margaritas obedientes que me aseguraban que te quería.

Aprendí a respetar los febreros. A ti nunca te gustó la nieve a pesar de tener el corazón casi siempre congelado.


Disfrutaba saltando en cada charco que me crucé por el camino. Tú esperabas en la acera, nunca te manchaste los zapatos.
Descubrí mil trucos nuevos para hacer desaparecer a la gente, a la lluvia y para detener el tiempo, pero nunca entendiste la magia.


Bailamos tantos vals desdichados bajo la sombra de un violín tímido y desafinado... rozándonos los pies y pisándonos el alma.
Leí mil novelas terminadas en puntos suspensivos. Tú nunca tuviste tiempo para finales.
Fui colgando de tu mano, aun cuando al acariciarla, quemaba. Pendiente de tus ojos, sigilosa y de puntillas, evitando tu mirada.


Estamos condenados. Tú blanco y yo negro. Yo ángulo y tú vértice. Tú abismo y yo vértigo. Yo infinito y tú cero. Tú verde y yo rojo. Yo adivinanza y tú acierto.
Todo injusto o nada justo. Y dentro, tú y yo, yo y tú, condenados.

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