LE ROBÉ A ENERO EL DÍA UNO

Le robé a Enero el día uno para compartir café en esta soleada tarde. Con miedo a quemarme, sorbo cada trago con infinita paciencia. Entre mis manos, yace una taza de porcelana. Juego a seguir el escurridizo trazo de una cenefa azul turquesa que parece haberse escapado de un pedazo de cielo.

Y me pregunto en qué pensar, cómo si eso fuera posible….De entre todas las rendijas de luz que se cuelan tras la puerta, una me deslumbra sobremanera. Aunque apenas puedo abrir los ojos, me seduce la idea de ver cuánto ocurre allí. 

Una puerta de madera chirría como el grito de una noche asesinada en el ocaso por feroces rayos de sol. Detrás de ella, un espejo. La curiosidad me echa la soga al cuello y me postra ante su reflejo.

Soy yo. Me miras y te miro. Veo una niña de sonrisa confiada y franca  con un vestido blanco cosido con centímetros de ilusión y una margarita con pétalos que se deslizan sin prisa por las cornisas de sus dedos, con la tranquilidad que da saber que hoy es su 1 de Enero….

No hay comentarios:

Publicar un comentario