DESPEDIDA


Salió del coche pegando un portazo. Nada comparado al estruendo que minutos antes habían formado los pedazos de su corazón roto. Él agarró su brazo con la fuerza de quien se aferra a una vieja tabla de madera cuando el naufragio está a la vuelta de la esquina. 

Y corrió. Corrió calle abajo. Corrió arropada por un manto de desorientación y miedo sin dosificar. Corrió con los pies acariciando cada centímetro de crudo suelo. Corrió con zancadas de desesperación desmedida. Con un saco de lágrimas amargas en su espalda.

Desapareció en una oscuridad tan abrumadora que no supo reunir las fuerzas para encontrar el camino de vuelta.

2 comentarios:

  1. Wow! que hermoso que escribis. Me ha gustado tanto!! Te sigo!!
    xoxo

    ResponderEliminar
  2. Pobres los amantes que ya se conocen. ¡No saben que tendràn que despedirse!Pobres los amantes que aún no se han encontrado, tendrán que seguir esperando...

    De lo más doloroso, más que un grito de auxilio a la mitad de la noche...Buen tema.

    ResponderEliminar