1 DE ENERO



1 de Enero….y otro año al que mirar en el espejo. Durante 360 días lo llevé a pasear por jardines, playas, caminos sin destino, avenidas llenas de gente, y discotecas vacías. Los 5 restantes no tuve fuerzas para salir a ningún sitio.

Fue un mes diferente el hermano pequeño de Enero/2010. Un mes en el que de tanto oír aquello de “año nuevo, vida nueva”, las cosas tomaron otra dirección, no hacia un feliz año, pero qué importaba, siempre se puede coger un atajo y llegar puntual en marzo…

Muchas noches de exquisita pero hiriente soledad, de frío en el sofá y como testigos, una radio incondicional y un corazón que sin saber de dónde sacaba sus fuerzas, cada día latía más fuerte.
Días inolvidables que te hacen afortunado por contemplar el mayor milagro en esta vida: la propia vida y agraciado por no conocer el peor de los puntos finales: la muerte.

Lágrimas de todos los tamaños y colores. Las que nacieron por ti que te fuiste y más tarde te agradecieron el que lo hicieras. Las más sensibles, que aparecían con cualquier canción desamparada que se dejara escuchar a las dos de la madrugada. Las que se quedaron en camino porque la rabia no las dejó salir de casa. Y las que te hacen darte cuenta de que si están ahí es porque la vida puede ser maravillosa.

Brindis con vino tinto, rosado, champán de cualquier nacionalidad y con agua del grifo. Si puse el corazón en la copa, con eso me bastaba. Brindé por sentimientos, por amistades perennes, por un final feliz en cualquier cuento de amor, por la luna, por seguir emocionándome cada vez que alguien me diga te quiero y por no dejar de querer nunca a quien logró emocionarme.
Doce meses con treinta días y alguno de propina y miles de sentimientos, impresiones, arrebatos, manías, pasiones, locuras, afectos, deseos, reflexiones, justicias e injusticias….

Y al final, te ves obligado a hacer un ridículo balance; a editar una lista con nuevos propósitos que si no te aportan algún beneficio hedonístico nunca llevarás a término…

En fin, prefiero mirar atrás y ver parte de mi camino. En él, huellas, algunas más profundas, otras casi inapreciables. Eso es todo, amigos.

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