DISPARA


Esto no tiene sentido.
Es jugar a la ruleta rusa en una noche de invierno, donde aparte de algún coche despistado, nada mas se deja intuir a través de esa ventana.
Te toca, es tu turno. Coge la pistola. No vaciles. Apriétala con fuerza, con seguridad. Con arrogancia.
Desliza tu dedo índice por el gatillo. Siéntelo. Acarícialo. Aprieta.
Sientes como te escupe. El frío acero atraviesa tu sien y huye sin mirar atrás hacia el cristal.
Lo rompe. Rompe el silencio de la noche y rompe tus hilos, pequeña marioneta.
No es hora de llorar, es tarde.
Tu nuca impacta contra el suelo con una incomprensible sensación de relax y dolor al mismo tiempo. Golpe y caricia. Horizonte y ceguera. Parejas furtivas que hacen el amor frenéticamente durante unos minutos.
En tus ojos ya no hay habitaciones libres para los colores. Solo una en blanco y negro, con las paredes humedad y el techo descolgado.
Reina de corazones, esconde esa baza. Esta más perdida que nunca.
Tu corazón se durmió bajo el tapete. Los jugadores ya se fueron. ¿A que esperas?; Estas sola. Tu y tu póquer de ases.
La sangre curiosea por los recovecos de tu anatomía. Camina sigilosamente de puntillas y teje al compás de la madrugada tu último atuendo.
Te ves insultantemente preciosa. El rojo de tu vestido forcejea con el de tus labios, aun entreabiertos, esperando tararear por última vez tu estribillo preferido.
Tu mano, fría. Tu alma, demasiado caliente.
Despierta princesa, todo ha sido un sueño.
Asómate a la ventana
¿Qué ves?

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