RESPIRA

Abría la ventana, y mientras observaba su colada mojada tendida en las cuerdas, pensó si sería buena idea colgar sus dos pulmones allí, junto a vestidos suicidas acostumbrados a contemplar la vida boca abajo.

Dejando caer la persiana con la mayor de las indiferencias, volvió a rastras a su cama. Era tan fácil, sólo tenía que recorrer el sendero que sus pies llevaban dibujando durante la última semana. Parecía como si los pasos estuvieran contados, eran quince exactamente, trece si caminaba más deprisa. 

Y allí, sólo allí, se sentía segura. Cuatro patas que sostenían un colchón que había cambiado su ropa interior de espuma, por un elegante conjunto tejido con hilo de sueños. En esa cama, pasaban las horas, fluían apaciblemente como el agua de un manantial perenne, y a la vez su digestión se tornaba pesada.

Y en eso pasaba su vida, en masticar minutos y segundos, tragarlos sin poder evitar cierto escozor en la garganta y unas inevitables ganas de vomitar en el baño cualquier día de la semana.

2 comentarios:

  1. una prisión ,de la cual el carcelero es uno mismo,siempre habrá una puerta sin cerrar,para llenar los pulmones de vida
    muy bueno ,un beso

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    1. Eso es, me gustó tú frase, llenar los pulmones de vida y vacíar nuestra cárcel de prisioneros fantasmas que a veces nos llevan a ver la vida tras unas rejas.
      Gracias Carna :)
      Un beso!

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